Idiazábal: El surgimiento a la vida urbana

Córdoba Idiazábal

por Marta Montivero

Don Demetrio Jaureguialzo y Albisu

 

Generalmente, las familias vascas eran muy numerosas y ya en edad de trabajar no había trabajo o empleo para todos. Los hijos mayores se quedaban con el caserío o con el rebaño de ovejas, y el resto, si no tenía otra salida, aprendía algún oficio, pero en general algunos debían emigrar. Como Idiazábal siempre ha sido un sitio de “mucho paso”, de cruce de caminos, en la posada o por medio de otros que habían emigrado anteriormente, parece ser que surgía un contacto de interés para poder trabajar.

De todos modos, entre 1870 y 1920 emigraron más de seiscientas personas a América.
Así llega don Demetrio Jaureguialzo Albisu a nuestra zona. Era miembro de una familia de gran influencia de Idiazábal, en el País Vasco:
Los Jaureguialzo llegaron a Idiazábal (Guipúzcoa) en 1722. El número de descendientes hasta 1900, eran 190. Prefirieron más que ocuparse directamente de la política, ser asesores y jueces de los casos difíciles y ayudar con su consejo, experiencia y medios económicos a los demás.

Bastantes de ellos se trasladaron a fines del siglo XIX a Argentina. Desde allí prepararon la estancia a otros muchos, que gracias a su asistencia pudieron abrirse caminos” (Iparraguirre)
Don Demetrio Jaureguialzo Albisu nació el 8 de Octubre de 1870, en la villa de Idiazábal, provincia de Guipúzcoa, en el País Vasco, y llegó a la Argentina en 1886. En Arequito, provincia de Santa Fe, se encontraba su hermano mayor Juan Cruz Jaureguialzo Albisu. Los hermanos trabajaron en el negocio de ramos generales “Los Vascos”, cuyo dueño era don Antonio María Aguirre, hasta que se independizaron y se establecieron en la localidad de Cruz Alta. Demetrio contrajo matrimonio con Pilar Gastaminza Gómez y tuvieron cuatro hijos.

 

 

El surgimiento a la vida urbana

A partir de 1880, con las huellas todavía frescas del último malón, comenzaron a desmantelarse los fortines, quedando su gente dispersa por el lugar. Entonces, se instalaron incipientes estancias, generalmente de capitales ingleses quienes introdujeron grandes cambios como los primeros implementos agrícolas y comenzaron a atraer a los primeros inmigrantes. En 1908 compra estas tierras don Demetrio Jaureguialzo Albisu.
Al mismo tiempo, la compañía de ferrocarriles -emblema más significativo del progreso zonal- comenzó a trazar líneas férreas que integraron el área al resto del país, que se había convertido en el granero del mundo. Junto con el ferrocarril vendrían los primeros pueblos de campaña, que harían próspera la pampa, hasta entonces hostil y sin cultivos, transformándola en verde pradera de la mano de la agricultura.

 

 

Consciente del valor que tomarían sus tierras una vez que funcionara el ferrocarril, don Demetrio dona grandes extensiones de campo, (porque al costado de las vías, hay dos franjas de tierra y luego los alambrados que delimitan los campos) además de 100 hectáreas para la formación del nuevo pueblo.
En noviembre de 1909, escribe a la Administración General del Ferrocarril Central Argentino, solicitando el nombre de Idiazábal, para la estación.

 

Señor Administrador General del Ferro Carril Central Argentino
Don H. H. Loveday
Presente.
Muy señor mío:
Terrenos de la línea Cruz a Córdoba
En compensación a los beneficios que he aportado a esa Compañía cediendo gratuitamente 777,156 metros y 15 c/m de terreno para vía, estación y pueblo según escritura firmada ante el Escribano Señor Luque, vengo por la presente a pedir al Señor Administrador General quiera interponer sus buenos oficios ante el Señor Ministro de Obras Públicas de la Nación, para que la estación a ubicarse en los terrenos cedidos por mí se denomine “Idiazábal”.
Este nombre, señor Loveday, es el de mi pueblo natal en España, Prov. de Guipúzcoa – próximo a la ciudad de San Sebastián – capital de esa provincia y es uno de los pueblos de las Provincias Vascongadas que más contingentes da a la República Argentina – pudiendo citar por centenares los hijos de aquel pueblo laborioso que se hallan radicados aquí y en su mayoría dedicados al comercio, industria, agricultura y ganadería y sería muy satisfactorio
para mí y para todos mis compueblanos que en esta adoptiva patria argentina contásemos con otro pueblo del mismo nombre, lo cual se obtendrá si Ud. le dispensa una acogida benévola, que así lo espero en atención a la generosidad que he demostrado a esa empresa.

Aprovecho la oportunidad para saludarlo y quedarme
de Ud. atte.
Demetrio Jaureguialzo

 

El nombre es aceptado inmediatamente, pero el decreto se firma en setiembre de 1910. Ante la inminente habilitación de la estación y con la certeza de que llevaba por nombre “Idiazábal” escribe al Superior Gobierno de la Provincia de Córdoba, enviándole los planos del pueblo realizados por el Agrimensor Público Pablo López Moreno y un minucioso detalle de la distribución del mismo y dice:
“…Por todo lo expuesto solicitamos de V.E. que previos los trámites de estilo apruebe el trazado y nombre del pueblo “Idiazábal” para que quede incorporado como un nuevo factor al progreso de esa provincia”.

 

 

La estación queda habilitada el 20 de diciembre de 1910, con la particularidad de que era el final de línea, entonces la locomotora venía desde Cruz Alta retrocediendo hasta Idiazábal y desde Idiazábal retomaba bien su marcha hacia Cruz Alta.
Estación y pueblo se llamarían Idiazábal. Innumerable cantidad de documentos y cartas escritas por don Demetrio y un artículo aparecido en el diario local Tribuna (con fecha 9 de Julio de 1927) dan cuentas de que 1910 fue el año fundacional. Fueron los encargados de la empresa Jaureguialzo Hermanos los que tuvieron a su cargo la venta de terrenos y el arrendamiento de los campos. Esta es la razón para considerarlos como precursores del poblamiento.

A partir del arribo del ferrocarril la comunidad se multiplicó y prosperó, creciendo luego gracias a la voluntad con que planificaron el futuro los primeros habitantes: inmigrantes vascos, en su gran mayoría, a los que le siguieron italianos, españoles, alemanes, polacos, suizos, franceses, rusos, sirios, libaneses, que se fusionaron con los criollos, dando origen a esta, nuestra historia tan singular, tan propia de nuestro pueblo y de nuestro país. Fueron ellos los que gestaron esta historia de anhelos, concreciones, proyectos y esfuerzos.

Hombres y mujeres que pusieron el hombro en la lucha cotidiana para transformar esta pampa rasa en el actual gran productor de materias primas.

Así, desde 1910 llegaron los primeros negocios, la Escuela Lainez Nº 155, los clubes, las Comisiones de Fomento, lo que demuestra el proceso económico y sociocultural que se manifestó desde los orígenes.
Después vino una serie de proyectos convertidos en realidad y que daban respuesta a las necesidades de la población: las farmacias, los médicos, la escuela Provincial, la creación de la Municipalidad y el nombramiento del primer intendente (Juan B. Manzotti – 1925), la parroquia, el Instituto Secundario José María Paz, la sucursal del Banco de la Provincia, la Cooperativa de obras y Servicios Públicos, etc

Con adelantos y retrocesos, que fueron marcando diferentes factores, Idiazábal camina mirando al futuro, pero defendiendo el viejo sentimiento de sociedad, que quiere conservar el espíritu con que fue fundada esta comunidad, manteniendo los valores de unión, trabajo, cooperación y solidaridad que caracterizaron al fundador y a los pioneros de nuestro pueblo.

 

Esquina comercial de Idiazábal entre las calles José María Paz y Domingo Doratto. De fondo Casa ¨Los Vascos¨·

 

 

Idiazábal, un camino a las raíces

 

 

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